La Legionella: riesgos sanitarios, legales y económicos del mal mantenimiento
La Legionella es una bacteria que puede proliferar en sistemas de agua si no se aplican las medidas de control y mantenimiento adecuadas. Su presencia representa un riesgo importante para la salud pública, ya que puede causar brotes de legionelosis, una enfermedad potencialmente grave que, en su forma más severa, puede derivar en neumonía.
No realizar un mantenimiento adecuado de las instalaciones supone consecuencias sanitarias, legales y económicas para las empresas y entidades responsables.
Consecuencias sanitarias
El principal riesgo es la aparición de brotes de legionelosis, una infección respiratoria que se manifiesta en dos formas clínicas:
- Enfermedad del legionario:
Una neumonía grave que puede requerir hospitalización prolongada, oxigenoterapia y tratamiento antibiótico intensivo. En algunos casos, puede provocar complicaciones pulmonares o incluso la muerte, especialmente en personas vulnerables. - Fiebre de Pontiac:
Una forma más leve de la infección, similar a un cuadro gripal, con fiebre, dolores musculares, fatiga, dolor de cabeza y malestar general. Aunque no suele requerir hospitalización, puede afectar la productividad laboral y el bienestar de los afectados.
Los grupos de mayor riesgo incluyen:
- Personas mayores de 50 años.
- Pacientes inmunodeprimidos.
- Personas con enfermedades respiratorias crónicas.
- Fumadores o personas con antecedentes de enfermedades pulmonares.
La transmisión se produce al inhalar aerosoles contaminados, generados en sistemas de agua mal mantenidos como:
- Duchas, grifos o jacuzzis.
- Torres de refrigeración.
- Sistemas de climatización con condensación.
- Fuentes ornamentales, humidificadores o spas.
Consecuencias legales
En España, el mantenimiento y control de Legionella está regulado por el Real Decreto 487/2022, que establece la obligatoriedad de adoptar medidas preventivas y protocolos de revisión en instalaciones con riesgo.
El incumplimiento de esta normativa puede conllevar:
- Sanciones administrativas que pueden alcanzar cifras elevadas, especialmente en instalaciones públicas o con gran afluencia de usuarios.
- Cierre temporal o permanente de las instalaciones hasta subsanar las deficiencias.
- Responsabilidades penales en caso de que un brote derive en daños graves a la salud o fallecimientos.
Las autoridades sanitarias pueden realizar inspecciones periódicas para comprobar el cumplimiento, evaluando aspectos como:
- Existencia de un programa de mantenimiento higiénico-sanitario documentado y actualizado.
- Resultados de análisis microbiológicos con la frecuencia exigida por el tipo de instalación.
- Aplicación de tratamientos preventivos y correctivos adecuados según el riesgo evaluado.
- Capacitación del personal encargado de mantenimiento y gestión del riesgo.
Consecuencias económicas
No mantener adecuadamente una instalación con riesgo de proliferación de Legionella puede generar costes elevados, tanto directos como indirectos:
- Multas y sanciones económicas, que pueden afectar gravemente la estabilidad financiera de la empresa.
- Paralización temporal de la actividad, con pérdidas económicas por cada día sin funcionamiento operativo.
- Gastos en tratamientos correctivos de emergencia, que suelen ser mucho más costosos que el mantenimiento preventivo periódico.
- Pérdida de reputación y confianza, especialmente en sectores como hostelería, sanidad, centros deportivos, hoteles o residencias.
- Impacto legal y asegurador, con posibles reclamaciones de terceros o incremento de primas de seguros.
Medidas para evitar estos riesgos
Para garantizar un entorno seguro, proteger la salud de las personas y cumplir con la legislación vigente, es imprescindible implementar un plan integral de control de Legionella. Este plan debe contemplar:
- Limpieza y desinfección periódica de depósitos de agua, acumuladores, torres de refrigeración, filtros y todos los puntos críticos donde pueda desarrollarse la bacteria.
- Control de temperatura en sistemas de agua caliente sanitaria, asegurando que el agua se mantenga fuera del rango de crecimiento óptimo para la Legionella (20-50°C).
- Análisis microbiológicos regulares, realizados por laboratorios acreditados, para detectar presencia de Legionella y actuar a tiempo.
- Auditorías internas y registros documentales, que permitan evaluar el estado de las instalaciones y asegurar la trazabilidad de las acciones realizadas.
- Formación específica y continuada del personal técnico, tanto en prevención como en respuesta ante posibles brotes.
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